Querida Roxana:
La desolación es un viento frio que se cuela al abrir la ventana, repentino e imprudente lo besa todo con su aliento y no deja cabida para la esperanza. Contrario a todo lo que esperaba, a lo que estúpidamente había estado imaginando; Nicodemo ha venido a ponerme los pies sobre la tierra y a explicarme con su parsimonioso tono de voz que hay pocas probabilidades de encontrar a Morris con vida, a caso restos de sus pertenencias si tenemos suerte. La selva es un lugar lleno de muerte por irónico que esto sea. Es implacable y no perdona los descuidos. Se ha marchado a preparar una expedición de búsqueda, pero haciendo hincapié en no esperar demasiado de ella.
Me quede solo en la habitación y por primera vez repare en lo absurdo de mis ideas, tan lejos de la realidad, más parecidas a una película de aventura o alguna novela de Salgari. Supongo que todos en algún momento nos sentimos aventureros, olvidando que una verdadera aventura siempre conlleva un peligro de muerte. Es esa posibilidad la que da significado a la palabra. Hoy antes de dormir, mientras te escribo esto, me doy cuenta que jamás he estado frente a la muerte.
Mañana empezare a leer las notas, el diario, todo lo que Morris ha dejado en esta habitación y espero, encontrar un porqué, una razón lógica para esta empresa, que hoy, comprendo es una locura.
Arturo.